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Las estrategias didácticas de los docentes, así como sus concepciones acerca del aprendizaje de la escritura son determinantes en el proceso escritor de los niños.







jueves, 27 de enero de 2011

Leer y escribir en la escuela Elisa Bonilla Rius México

Como dice Delia Lerner3, "leer y escribir son palabras familiares para todos los educadores, palabras que han marcado una función esencial —quizá la función esencial— de la escolaridad obligatoria; redefinir el sentido de esta función —y explicitar, por tanto, el significado que puede atribuirse hoy a estos términos tan arraigados en la institución escolar— es [en su opinión y en la nuestra] una tarea ineludible…" Sin duda, leer y escribir constituyen la misión histórica de la escuela, pero las expectativas de lo que la escuela debe lograr han cambiado mucho con el tiempo. Lo que se entiende por leer y escribir hoy, no corresponde a lo que se entendía en el pasado
Si tomamos por ejemplo, el caso de México en la década de 1920 (cuando comenzó en nuestro país el proceso de universalización de la educación básica y el reto era alfabetizar a una población mayoritariamente analfabeta) veremos que leer y escribir se refería, únicamente, a conocer el código y a saber descifrarlo. Entonces, el desafío era llevar la escuela a todos los rincones del país y no se contaba con maestros suficientes. Así, una persona con tan sólo cuatro grados de escolaridad primaria podía ejercer como maestro rural. Sus conocimientos eran suficientes para enseñar, lo que entonces se denominaba "las primeras letras".
Actualmente, en la llamada sociedad del conocimiento o de la información, la situación en México, como en muchos otros países, es bastante distinta respecto de la que imperaba décadas atrás. Hoy, la educación básica se ha universalizado y el reto ya no solamente es lograr la cobertura del servicio, sino ofrecer ese servicio con calidad. En nuestro país, la educación obligatoria se cursa a lo largo de diez grados y, recientemente, la Constitución se reformó para que, a partir del año 2008, esta educación incluya los niveles de educación preescolar, primaria y secundaria, abarcando 12 grados de escolaridad en la etapa de los 3 a los 15 años de edad. Pero la transformación de la educación obligatoria no sólo se ha dado en el número de grados que cubre, sino en las expectativas de lo que la escuela debe lograr. Estas expectativas son, hoy, mucho más ambiciosas que hace algunas décadas, y uno de los graves problemas que enfrentan los sistemas educativos y las sociedades en las que estos sistemas están inmersos es que tales expectativas han evolucionado mucho más rápidamente que los recursos financieros disponibles, la infraestructura, las mentalidades y los modos de operar prevalecientes en dichos sistemas educativos.
El objetivo principal de la educación obligatoria se ha tornado más complejo y la escuela básica, en la era de la sociedad del conocimiento, tiene un desafío enorme: debe formar a los ciudadanos de un país democrático. Y una democracia requiere, entre otras cosas, que todos los ciudadanos que la conforman sean capaces de comunicarse oralmente y por escrito, pensar por sí mismos, generar ideas propias, conocer las ideas de otros (a menudo expresadas por escrito), y responsabilizarse de su postura personal y argumentarla frente a las posturas sustentadas por otros. Hoy se exige a la escuela básica que cumpla con eficacia todos estos supuestos, para que sus egresados sean usuarios competentes de la cultura escrita y, por tanto, cuenten con las habilidades de pensamiento, básicas y superiores, que les permitan generar conocimiento, continuar aprendiendo a lo largo de su vida y desempeñarse como ciudadanos de una sociedad democrática.
Leer  mas    http://www.cerlalc.org/revista_noviembre/pdf/n_art02.pdf

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